La menstruación es uno de los procesos humanos sobre el que las culturas patriarcales han cargado más tabúes. A lo mejor se debe a que es una manifestación material y periódica de la sexualidad de la mujer. Y la sexualidad de la mujer uno de los mayores campos de batalla en la domesticación humana, puesto que a parte de ser clave en la “producción” de nuevos seres humanos, nos conecta directamente con nosotras mismas y con nuestras necesidades y deseos, por lo que nos hace menos manipulables.
En nuestra cultura, el tabú ha mutado hacia la invisibilización y la ocultación. Las campañas publicitarias de compresas y tampones ilustran e intensifican este deseo de que nadie note que tengo la regla (a poder ser, ¡ni yo misma!).
Del mismo modo, en las producciones artísticas de nuestra cultura (películas, canciones, novelas, etc.) encontramos muy pocas referencias y la mayoría negativas a este fenómeno que ocupa, de media, una quinta parte de la etapa fértil de las mujeres. ¡Es como si no existiera!
Esta cultura de invisibilización se materializa en la atención que dedica cada mujer a su propia regla. En general, el desconocimiento que tenemos de este fluido corporal es estremecedor. ¿Qué sabemos sobre su textura, densidad, color, olor, sabor, cantidad, durada? ¿Y sobre cómo estas cualidades varían durante una misma regla o respeto a ciclos anteriores? No le dedicamos ni un segundo, sencillamente queremos que desaparezca y las compresas y tampones son un aliado diseñado para no tener que tocarlo ni verlo.
Sin embargo, en los últimos años, algunas mujeres hemos empezado a utilizar un nuevo y revolucionario producto de gestión del sangrado: la copa menstrual. Revolucionario no sólo por cuestiones de salud, ecológicas o económicas, sino porqué nos obliga a entrar en contacto directo con nuestra menstruación y nuestra vagina.
Nos invita a descubrir que la regla huele bien (el olor que conocíamos era el de la sangre en un medio húmedo y caliente en el que proliferan los microorganismos), tiene una gama de colores intensos y bonitos y su densidad y cantidad varían según el día y el ciclo. Del mismo modo, al introducir y sacar la copa, entramos en contacto con nuestra vagina y poco a poco vamos tomando conciencia de sus formas y de los músculos que nos ayudan a expulsarla. De esta manera, vamos aprendiendo a querer esta parte bonita y saludable de nosotras mismas.
Las repercusiones del uso de la copa en la sexualidad de la mujer son gigantes. Desdibuja el tabú menstrual animándonos a empezar a escuchar nuestro ciclo menstrual y nos hace contactar con una parte censurada y menospreciada de nuestro cuerpo, aprendiendo a moverla a conciencia. Y a partir de aquí, abre muchas puertas hacia el autoconocimiento, el compartir saberes y el cambio social.
Artículo publicado en el semanario La Directa
Autora: Anna Salvia
Traducción: Yaiza Blanch
Ahora ya hay opciones para el ciclo menstrual: las compresas, tampones, copas, esponjas.
Todo lo que se dice sobre compresas y tampones parecen leyendas urbanas. Se supone que pasan todas las pruebas de calidad, las compresas son cada vez más cómodas, se presentan dobladas para ser guardadas en un bolsillo. Y los tampones son también un gran invento. Últimamente se habla de la copa menstrual, de la esponja.
Y la cuestión del medio ambiente que no acaba de estar muy clara.
Pero, hay muchos países donde las niñas y mujeres no pueden acceder a compresas, tampones, copas,esponjas.
Gracias Lourdes por tu punto de vista. Es importante que teniendo toda la información cada una use el método de gestión del sangrado que le parezca más adecuado a su manera de ser, sus prioridades y su estilo de vida. El problema es que habitualmente nos falta información.
En el caso que nos ocupa, las diferencias a nivel de contaminación ambiental son muy fuertes entre los métodos deshechables y los reutilizables y más aun con el Sangrado Libre.
Los efectos secundarios del uso de tampones y compresas están bien documentados y el más común es la aparición de molestias en forma de irritación y picores las semanas que siguen al sangrado, debido a las cándidas y a la irritación que los productos químicos y la exposición prolongada de la vulva y vagina a un medio húmedo y caliente provocan en esta zona.
Finalmente, que las compresas y tampones son un producto imprescindible para las mujeres es una invención de una cultura (la occidental del sXX-XXI) que no educa sexualmente a sus mujeres y no les transmite un conocimiento sano, amoroso y consciente sobre sus órganos sexuales y el ciclo menstrual y la capacidad femenina de saber cuando se va a sangrar y hacerlo donde una escoja sin manchar la ropa. Los paños de tela, que pueden parecer hoy día tan primitivos, son una manera de gestionar el sangrado muy válida y mucho más económica y ecológica que los productos deshechables que nos venden como imprescindibles cada día por tv.
¡Gracias por tu aportación y hasta la próxima!