Durante la última década he tenido el placer de trabajar facilitando charlas, talleres y formaciones sobre sexualidad con personas de 9 a 90 años, mayoritariamente mujeres, de realidades sociales muy diversas de Cataluña.
Quiero hablaros de que en tres espacios aparentemente tan diferentes como son los talleres sobre los cambios en la adolescencia para 5º y 6º de primaria, las clases de preparación al parto y los talleres sobre la menopausia y la madurez, se respira exactamente el mismo clima de miedo y desorientación: un intenso miedo a la primera regla, al primer parto y a transitar el climaterio y la madurez.
Es el miedo que nace de estar a punto de hacer un paso vital muy importante y completamente nuevo sin prácticamente ningún recurso ni apoyo afectivo, y con el agravante de que nuestra cultura lo único que nos ha dicho es que es vergonzoso y que va a doler, siendo el precio que se paga por tener la capacidad de engendrar seres humanos. Así, no solo parirás con dolor, como dice la Biblia, sino que vivirás con miedo, malestar, dolor y vergüenza todo lo asociado a la reproducción.
Confianza, bienestar, placer y poder
La ginecóloga Montse Catalán explicaba en un artículo de la revista MYS que las funciones fisiológicas no duelen sino que dan placer (comer, beber, defecar, etc.) y de que así ocurre con todas las funciones menos con las que solo experimentan las mujeres, que son vividas por una gran mayoría de las mujeres de nuestra cultura con dolor y malestar. Catalán apuntaba que las causas de este terrible vínculo están relacionadas con el patriarcado y la historia de violencia sexual que hemos sufrido las mujeres en este sistema social.
¿Es posible romper este vínculo entre la sexualidad femenina y el dolor? Mi experiencia profesional y personal responde con un rotundo sí. Cada vez son más las mujeres que están experimentando sus menstruaciones, embarazos, abortos, partos, lactancias, climaterios y madurez con confianza, bienestar, placer y poder. Aún son una minoría, pero su experiencia es sumamente valiosa e inspiradora y si las escuchamos y aprendemos de ellas nos ayudarán a liberarnos de esta condena milenaria.
No podemos borrar el legado de violencia sexual de nuestros antepasados pero sí cambiar nuestro futuro y el de nuestras hijas. Y éste pasa por revisar la educación sexual que les estamos dando y reformularla.
Una grave sesgo de género en la educación sexual
La poca educación sexual que recibimos en casa y en la escuela se centra en la explicación de la reproducción humana a nivel celular y en la prevención de los embarazos no deseados y las ITS. En el mejor de los casos también incluye la diversidad sexual y la prevención de la violencia de género.
Sin embargo, casi nunca contempla que las relaciones sexuales y la masturbación, a diferencia de los hombres, son solo una pequeña parte de la sexualidad de las mujeres y de nuestro potencial de placer y malestar. Nuestra sexualidad es muchísimo más compleja, puesto que a las relaciones sexuales y la masturbación también debe sumársele la ovulación, la menstruación, la concepción, el embarazo, el aborto, el parto, la lactancia, el climaterio y la madurez.
Cada uno de estos procesos sexuales femeninos requiere de un buen conocimiento, recursos y acompañamiento para que puedan ser experimentados con seguridad, confianza, bienestar y placer. Se trata de un aprendizaje que pide tiempo y dedicación.
La omisión de los procesos sexuales femeninos en la educación sexual es un sesgo de género gravísimo que está condenando al dolor, la vergüenza y el miedo a la mitad de la población, minando nuestra autoconfianza y negándonos el derecho a una sexualidad placentera y libre de complicaciones de salud.
Este error resulta aun más doloroso por el hecho de que las que solemos dedicarnos profesionalmente a la educación sexual somos mujeres feministas muy comprometidas con nuestra labor. Sin embargo, no se puede comunicar lo que no se sabe y la realidad es que muchas de las personas que nos dedicamos a este oficio sabemos más bien poco sobre la parte de la sexualidad que no compartimos con los hombres y sobre cómo vivirla con plenitud.
Consciente de este sesgo y con ganas de revertirlo, en las últimas décadas ha tomado forma un nuevo tipo de educación sexual: la educación menstrual.
Devolviendo la menstruación a su lugar
La educación menstrual saca la regla de la sombra a la que ha sido relegada durante tantísimos años y la pone en el centro de la sexualidad de las mujeres. No se trata de una acto político posmoderno, no es una provocación vacía, sino todo lo contrario, es una revolución corporal que reivindica que la menstruación es una parte valiosa, placentera y deseable de la sexualidad femenina y que es posible experimentarla así si contamos con un buen conocimiento del ciclo menstrual que nos permita cooperar con él.
He constatado que las mujeres que aprenden a dejar de luchar en contra de sus ciclos y a cooperar con ellos se sienten profundamente empoderadas y seguras de sí mismas, no solo en el ámbito de la sexualidad sino de forma global, en su día a día. De este modo, sanando la maldición que pesa sobre la menstruación (en inglés la llaman directamente así: the curse) se sanan muchas otras heridas asociadas a la feminidad y a la sexualidad, puesto que yacen bajo la misma condena.
Bases de la educación menstrual
La educación menstrual se centra en el estado de salud y no en la patología, partiendo de la idea de que la menstruación, el embarazo, el parto o la menopausia, contrariamente a lo que dice nuestra cultura patriarcal, no son enfermedades ni versiones defectuosas de Adán sino aspectos de la sexualidad de las mujeres deseables, valiosos y relacionados con nuestro bienestar y placer.
Otro punto definitorio de la educación menstrual es que tiene una visión desfragmentada de la sexualidad de las mujeres, relacionando aspectos de la misma que nuestra cultura presenta de manera fragmentada, como si no tuvieran ninguna relación entre ellos, como pueden ser la menstruación, el parto y el aborto o la adolescencia y el climaterio.
Por otro lado, es un paradigma totalmente holístico en el que siempre se apela a la interrelación de todas las dimensiones del ser humano: cuerpo, mente, emoción y espiritualidad.
Esta esencia profundamente holística, desfragmentada y centrada en el estado de salud nos lleva a otra piedra angular de la educación menstrual: poner en el centro la construcción de conocimiento colectivo interdisciplinar, liberando la sexualidad de las mujeres de la figura del experto y del monopolio de la medicina.
La menstruación es más que una compresa
La educación menstrual es mucho más que enseñar a colocarse la compresa. Es entender el ciclo menstrual en todas sus dimensiones con el fin de que nos sintamos seguras y empoderadas mientras lo transitamos. Es comprenderlo e interiorizar su naturaleza cíclica. Es aprender a escuchar el ritmo menstrual para bailarlo como queramos en cada momento.
También significa entender qué ocurre en cada fase del ciclo a nivel del aparato sexual, el pensamiento, las emociones, la intuición, la sexualidad, el cuerpo, la espiritualidad y las relaciones sociales, y aprender a cooperar con el potencial que tenemos en cada una de ellas.
Es imprescindible saber leer en nuestro cuerpo cuándo ovulamos para así poder detectar los dos polos: el de máxima apertura (ovulación) y el de máximo recogimiento (menstruación). Al mismo tiempo, necesitamos tener un conocimiento detallado del proceso de ovulación con tal de saber cuándo y cómo nos podemos quedar embarazadas y cómo podemos evitar o propiciar el embarazo y cómo detectarlo.
Finalmente, también quiere decir mostrar las diferentes maneras en que podemos gestionar el sangrado: empezando por explicar que las mujeres tenemos la capacidad de controlar la expulsión de la menstruación y decidir dónde hacerlo, y siguiendo por mostrar las diferentes opciones de pañales menstruales que existen.
La importancia de la primera y la última regla
La educación menstrual considera que la primera y la última regla son dos eventos vitales de gran importancia, puesto que marcan el fin de la infancia y el inicio de la etapa fértil, y el fin de esta última y el principio de la madurez. Así que pone mucha atención en la celebración de ritos de paso que doten de acompañamiento, conocimiento y recursos a las protagonistas para que puedan experimentar con seguridad la nueva etapa y todos los procesos sexuales que la acompañan.
En nuestro país, todas las generaciones de mujeres que están vivas a día de hoy han experimentado la menarquía de forma traumática. A menudo pensamos que no es así en el caso de las más jóvenes, pero simplemente ha cambiado de forma: hemos pasado de la fatídica sentencia “Ya eres una mujer, ahora vigila con los hombres” a la infravaloración de “Toma una compresa, se pone así, la regla no cambiará nada”.
En ambos casos el acompañamiento emocional es prácticamente nulo y no se explica en absoluto todo lo que conlleva el hecho de haberse convertido en una muchacha fértil y cíclica, sino que se da información confusa y errónea. Tampoco se facilitan los recursos para experimentar con placer las funciones sexuales de las mujeres. ¡Y nunca se considera motivo de júbilo!
El trauma sigue heredándose de madres a hijas, porque en el fondo el conocimiento que tenemos sobre la regla y el ciclo menstrual, más allá de la eliminación del mito de que no puedes hacer mayonesa ni ducharte mientras menstrúas, ha cambiado más bien poco.
Lo que ocurre con la menopausia es aun más desolador: a nivel social pasa totalmente desapercibida y en prácticamente ningún caso se celebra como un rito de paso a la madurez. Las niñas de doce años no saben qué es la menopausia, el climaterio o la madurez, pero es que sus madres tampoco saben mucho: que aparecen los sofocos y la regla se acaba. ¡Así nos va con la madurez!
El placer de concebir, gestar, parir y dar el pecho
Actualmente, la poca educación sexual que impartimos sobre el ciclo menstrual la concentramos en dos momentos vitales: en la adolescencia aprendemos cómo no quedarnos embarazadas y en el último trimestre de embarazo cómo parir en un hospital. Estas pocas clases son totalmente insuficientes para entender y gozar de unos procesos tan complejos y de primer orden para la vida, pero es que además no incluyen temas tan importantes como saber concebir, experimentar un embarazo agradable, abortar (de forma natural o voluntaria) y dar el pecho, todos ellos temas que pueden acarrear mucha ansiedad y sufrimiento.
El aprendizaje del ciclo reproductivo empieza en la infancia y va de la mano del conocimiento del ciclo menstrual. Si aprendemos a cooperar con él con placer y poder, tendremos la mitad del trabajo hecho, puesto que éste es la base para aprender a transitar el ciclo reproductivo. El ciclo menstrual es el patrón que nos permitirá practicar el baile hormonal de apertura y recogimiento que experimentaremos con mucha más intensidad en el ciclo reproductivo. Por otro lado, la menstruación es un parto en miniatura que nos permite entrenarnos cada mes para nuestros futuros partos y abortos.
Paralelamente, es imprescindible conocer las características de la concepción, embarazo, aborto, parto y lactancia desde mucho antes de concebir. Así llegaremos al ciclo reproductivo con la capacidad de tomar decisiones realmente informadas y conscientes y no nos dejaremos llevar por las opiniones de terceros.
¿La educación menstrual es solo para mujeres?
Los niños y los hombres también necesitan educación menstrual para saber acompañar y entenderse con todas las mujeres que forman y formarán parte de su vida. Los hombres que han recibido una buena educación menstrual consideran muy valiosos y bellos los procesos sexuales femeninos y hasta pueden expresar sinceramente que desearían poder experimentar un parto o que echan de menos cuando su pareja menstruaba o transitaba la menopausia.
En conclusión, es urgente revertir la maldición de Eva tomando conciencia de que las funciones reproductivas de las mujeres pueden ser vividas con confianza, bienestar, placer y poder si contamos con los conocimientos, recursos y acompañamiento adecuados.
Autoría fotografías:
nº8:Monet Nicole
nº6: Kate T. Parker
Me encantaria recibir informacion ya que trabajo en Atencion prmaria de salud con mujeres en Argentina , gracias
Buenos días Nora, qué tipo de información?
Hola. Podrían hacer un artículo sobre cómo cuidarnos sin hacer uso de anticonceptivos como es el uso de hormonas. Gracias.
Gracias por la propuesta, lo pongo en la lista de próximos artículos.
Me gustaría apoyo para poder orientar adecuadamente a mi hija antes de que llegue su primer periodo menstrual, somos muy abiertas y le respondo todas sus preguntas, pero si no tengo todas las respuestas, no va a tener una información global. Gracias
Es importante tener información, pero nunca vamos a tener todas las respuestas, así que más importante es que tu hija sienta que te puede preguntar sin barreras y lo que no sepas pues lo buscas o lo buscáis juntas. Por otro lado, puedes preguntarte que información hubieras necesitado en tu vida y buscar lo que aun no sepas. Hasta pronto!