Este año he descubierto el invierno. Lo he pasado en una casa de campo del norte de Cataluña, rodeada de oscuridad, viento, escarcha y estrellas, ocupada en mantener la estufa de piñones y el hogar encendidos y totalmente absorvida por el fuego. Sin ganas de otra cosa que no fuera dormir y dormitar delante de las llamas o calentarme al sol del mediodía.
Todos los otros inviernos que recuerdo (con calefacción y en un núcleo urbano) fueron quizás uno de los momentos del año más productivos, en los que sí que costaba levantarse de la cama pero poco más. Pero esta vez, aunque soy una persona con una fuerte voluntad y con auténtica pasión por mi trabajo, no había manera…Sólo pensar en encender el ordenador y ya se me removía el estómago, y mucho más si era para contestar mails o meterme en el facebook (disculpas de antemano a las que hayáis sufrido esta parte de la historia…).
No tenía ganas de hablar con nadie. Sólo quería estar muy quieta, en silencio, calentita, sin pensar en nada, meterme en un hueco, si, en una cueva, en la que alimentarme de tés calientes y sopas, o no comer nada, y sólo oir sin escuchar, ver sin mirar, sentir sin pensar…desaparecer bajo tierra…¡hibernar!
¡¡Igual que cuando menstrúo pero durante unos tres meses!!
¿Y cómo han sido mis reglas a ritmo de hibernación? Muy suaves, con poco dolor que duraba poco tiempo. Recuerdo haber pensado “no me siento muy distinta de hace unos días…” y seguir deseando meterme en mi cueva, contemplar el fuego y no hacer nada.
Què bé que n’hagis sigut conscient i que t’ho hagis permès Anna… A veure si a la primavera ens veiem fora de la cova. Petons.
Jeje! Crec que ja començo a moure els dits dels peus…una abraçada!
Oh, qué ganas de hibernar que me han entrado!!! Yo este mes he conseguido permitirme estar más recogida los días de la menstruación y la verdad es que lo he agradecido, lo necesitaba… 🙂
Qué bien Frida!!! Seguro que sí! Un abrazo